Se conoce con el nombre de Holocausto a la persecución
y asesinato sistemático de aproximadamente
seis millones de judíos europeos, organizado burocráticamente
por el Estado nacionalsocialista alemán
entre 1939 y 1945. A pesar de que el término es utilizado
para referirse a la persecución y exterminio de
otros grupos o pueblos, en sentido estricto el concepto
de Holocausto refiere a la experiencia singular
de persecución y aniquilamiento de las poblaciones
judías de Europa.
Desde su ascenso al poder, las autoridades alemanas
persiguieron a otras minorías clasificadas según
su supuesta “inferioridad racial”, como gitanos. Otros
grupos, a su vez, fueron perseguidos por motivos políticos,
ideológicos, religiosos o de elecciones sexuales,
entre ellos los comunistas, los socialistas, los
testigos de Jehová y los homosexuales.
Algunos investigadores del Holocausto consideran
que lo que los nazis hicieron al pueblo judío llegó,
por diversas razones, más allá del genocidio. El intento
de deshumanizar y posteriormente asesinar a
cada uno de los judíos, en todas partes, cualesquiera
fuesen sus actividades o creencias, no tuvo precedentes
en la historia. Más aún, la creencia nazi de
que los judíos debían ser exterminados por el bien
de la humanidad constituye una dimensión que no
está presente en otros actos de genocidio cometidos antes o después del Holocausto.
Asimismo, el Holocausto es considerado como un
acontecimiento central de la historia universal. Su especificidad
nos interpela en torno de los límites y las
responsabilidades de la acción individual y colectiva.
La violación de los derechos humanos perpetradas
por el accionar de los Estados nacionales se convirtió
en el centro de los debates en torno de las formas
de ciudadanía, el respeto a la diversidad y las formas
de convivencia. El Holocausto, en este sentido, ha
orientado las reflexiones sobre un amplio abanico de
experiencias que caracterizaron al siglo XX.
El origen del término Holocausto remite a una palabra
griega que significa todos (holos) quemados (caustos)
y hace referencia a un sacrificio. A su vez, en
el Antiguo Testamento, Holocausto designa un tipo
de sacrificio u ofrenda ritual. A causa de esta acepción
es que diversos historiadores prefieren usar el
término hebreo Shoá, pues nombra una acción perpetrada
por seres humanos sin referenciar un acto
de carácter ritual. El primer registro de la noción de
Shoá es contemporáneo a los acontecimientos: en
1940 el Comité Unido de Ayuda a los Judíos de Polonia
publicó un folleto en Jerusalem, titulado Shoat
Iehudéi Polín (La Shoá de los judíos de Polonia), en el
que se incluían artículos y relatos de testigos sobre la
persecución del judaísmo de Europa oriental desde el
1
estallido de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo,
como se indica en la Enciclopedia del Holocausto
editada por Yad Vashem (Escuela Internacional para
el Estudio del Holocausto), la adopción del nuevo
concepto fue producto de la influencia del film documental
Shoá (1985), de Claude Lanzman.
No obstante, como sostiene el historiador Enzo Traverso,
el término Holocausto ha sido apropiado por
diversos actores, y en distintas circunstancias, para
llamar la atención sobre la perpetración de nuevos
genocidios. Por ejemplo, en 1994 se denunciaron los
crímenes que estaban teniendo lugar en Ruanda homologándolos
a la experiencia que habían sufrido los
judíos a manos de los nazis. Si bien, desde un punto
de vista analítico no era pertinente la asimilación de estos
dos genocidios –el de los tutsis y el de los judíos–,
por tratarse de contextos, regímenes y medios diferentes,
el uso público de la Historia justificaba su apropiación.
En abril de 1994, cuando la opinión pública
era todavía incrédula o indiferente con las masacres- a
las que los medios caracterizaban como “conflictos
tribales”–, homologar el nazismo al genocidio ruandés
tenía un sentido político específico: el de apoyarse sobre
la conciencia histórica del mundo occidental para
llamar la atención sobre un genocidio que se estaba
produciendo. Se trataba de mostrar que Ruanda estaba
viviendo una tragedia tan grave como el Holocausto
y que había que reaccionar para tratar de impedirla.
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